Antonio De La Cruz: Venezuela en el umbral

Antonio De La Cruz: Venezuela en el umbral

«Venezuela ha dejado de ser un Estado colapsado al margen del tablero. Hoy es un nodo activo en la arquitectura global de disuasión antioccidental: una plataforma de proyección iraní hacia el Caribe, un campo de batalla interno encubierto y un umbral geopolítico donde la inacción ya no es neutralidad, sino complicidad con el desorden estratégico”.

Cuando se analizan los escenarios de confrontación global, la atención se concentra casi exclusivamente en los focos tradicionales: el Golfo Pérsico, el Mar de China Meridional, Europa Oriental. Sin embargo, en silencio, una nueva extensión de este drama estratégico se está desplegando en un escenario inesperado: Venezuela. Lo que hasta hace poco parecía una crisis interna limitada al colapso de un Estado autoritario, ha mutado en un tablero de poder donde se superponen redes criminales, alianzas militares no convencionales y el riesgo de un conflicto hemisférico.

El eje Caracas-Teherán: una alianza que ya no es simbólica





El gesto del general en jefe Domingo Antonio Hernández Lárez, comandante estratégico de la Fuerza Armada Nacional  Bolivariana (FANB), al presentarse en la embajada iraní en Caracas para declarar su solidaridad activa, marca un punto de quiebre. No se trata de una cortesía diplomática. Es una declaración de alineamiento operacional en un conflicto global. La cúpula civil y militar del régimen de Maduro ha decidido abandonar la ambigüedad y asumir abiertamente a Estados Unidos como enemigo común junto a Irán.

A esta acción se suman informes crecientes sobre la posible transferencia de tecnología militar iraní hacia Venezuela: drones, inteligencia cibernética y hasta especulaciones sobre potencial acceso a minerales estratégicos como el uranio. Aunque durante años esta cooperación había operado bajo una lógica de alianzas económicas y logísticas, el salto a la colaboración militar activa modifica radicalmente las reglas del juego.

El tablero secuencial de jugadas: un drama interactivo

Si analizamos esta evolución bajo la teoría del drama de Steven Brams, lo que emerge es un escenario secuencial de alta complejidad. El régimen venezolano (actor A) tiene ahora varias opciones: doblar la apuesta operativa (instalación de infraestructura militar iraní), mantener una ambigüedad controlada, o iniciar una desescalada parcial.

Estados Unidos (actor B), enfrenta su propio conjunto de decisiones: desde la aplicación de sanciones extremas y operaciones encubiertas, hasta mantener presión diplomática o incluso, llegado el punto, contemplar acciones militares limitadas. Todo esto mientras Israel, actor externo con capacidad operativa, observa muy de cerca cualquier transferencia de capacidades de disuasión nuclear o tecnológica hacia el hemisferio occidental.

 

La FANB: un campo de batalla interno invisible

Pero el factor más inestable no está en Washington ni en Teherán, sino dentro de la propia FANB. Sectores intermedios y bajos muestran creciente inconformidad con la agenda de alineamiento radical impulsada por figuras como el comandante general de la Guardia Nacional, el general Ramón Estrada, considerado operador clave de las alianzas más oscuras del régimen, según la periodista Sebastiana Barráez. 

Esta fractura interna podría convertirse en el verdadero disparador de una crisis interna profunda. Si el malestar dentro de la FANB escala al punto de producir una ruptura en la cadena de mando, el drama entraría en las «zonas de ciclos inestables», donde cada movimiento genera reacciones aceleradas e impredecibles.

Riesgos estratégicos múltiples: la matriz de vulnerabilidades

El análisis de matriz de riesgos es contundente. Revela escenarios potencialmente explosivos. Venezuela podría convertirse en una plataforma de proyección asimétrica iraní hacia el Caribe, lo que colocaría a la disuasión estadounidense bajo presión directa dentro de su propio hemisferio. Al mismo tiempo, la creciente fractura interna dentro de FANB abre la posibilidad de una implosión institucional o una transición no lineal, sin precedentes claros. En este contexto, Israel podría verse compelido a ejecutar operaciones preventivas si percibe que amenazas originadas en Teherán se transfieren, directa o indirectamente, a través del territorio venezolano.

El umbral de la guerra invisible

Desde la perspectiva operacional, lo que observamos es la aparición de un nuevo teatro de guerra invisible: no lineal, sin frentes definidos, donde se superponen operaciones psicológicas, ciberinteligencia, redes criminales transnacionales y alianzas ideológicas antioccidentales.

Estados Unidos enfrenta un dilema clásico de los modelos de conflicto asimétrico: intervenir preventivamente asumiendo el costo político de una escalada, o permitir que la amenaza crezca hasta que la acción sea inevitable, pero más costosa. Este es el tipo de dilemas cuanto más se demora la decisión, más difícil se vuelve el control del tablero.

Conclusión: el momento de la decisión

Venezuela está dejando de ser un simple Estado fallido, mostrando ser un nodo operativo de una arquitectura de disuasión global contra Occidente. Mientras los reflectores siguen sobre Gaza, Ucrania o Taiwán, el hemisferio occidental tiene su propia crisis de seguridad que se manifiesta por la alineación del regímen de Maduro, con el de los ayatolas iraníes. La decisión no es fácil. Pero la inacción prolongada solo garantiza que el costo de la contención futura sea exponencialmente mayor. Como enseña el campo de la estrategia militar: los conflictos no se resuelven con deseos, se resuelven con decisiones claras, capacidad de disuasión creíble y superioridad en el momento crítico.