«No soy miembro de una banda, soy estilista»: el clamor de un venezolano enviado a El Salvador

"No soy miembro de una banda, soy estilista": el clamor de un venezolano enviado a El Salvador

Andry Hernández Romero, venezolano deportado a El Salvador y preso en el CECOT. Cortesía

 

 

El pasado martes, la jueza Paula Dixon, de San Diego (California), desestimó la solicitud de asilo de Andry Hernández Romero, un inmigrante venezolano que llegó a Estados Unidos el año pasado en busca de asilo, alegando persecución por su orientación sexual y creencias políticas. Ahora lleva más de 75 días detenido en la cárcel de máxima seguridad salvadoreña (CECOT), tras ser deportado por la Administración Trump bajo la ley de Enemigos Extranjeros, y acusado de tener vínculos con la banda Tren de Aragua. Sus abogados y familiares han desmentido reiteradamente que Hernández Romero tenga antecedentes penales y que tenga vínculos con ese grupo y han denunciado que ha sido criminalizado por sus tatuajes.





Por José Luis Ávila | EL PAÍS

El venezolano, de 32 años, también es el principal demandante en una demanda interpuesta por la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) contra la actual Administración Trump, por la deportación de más de 200 inmigrantes a Centroamérica, y que algunos analistas apuntan está llevando al país a una crisis constitucional.

El fotógrafo Philip Holsinger, de la revista Time, registró la llegada de los venezolanos deportados al Centro de Confinamiento del Terrorismo en El Salvador. Allí fue testigo de las súplicas de Andry Hernández Romero, mientras lo abofeteaban y afeitaban la cabeza. “No soy miembro de una banda. Soy gay. Soy estilista”, expresó el estilista que jamás pensó que terminaría en una prisión de máxima seguridad.

Andry Hernández Romero. Foto: Wilinton Barco

 

Ninguno de los abogados que representan a los venezolanos recluidos ha podido establecer contacto con sus clientes, incluso en casos en los que los jueces federales han ordenado explícitamente al Gobierno que facilite dicho contacto. La abogada de Hernández Romero se enteró de su cliente había sido arrestado y enviado a El Salvador por las fotos y videos publicados en los medios de comunicación. “Es horrible ver a alguien a quien conocemos como un artista dulce y divertido, en las condiciones más horribles que pueda imaginar (…) Nos preocupa que pueda sobrevivir”, declaró la jurista a CNN. La organización salvadoreña Socorro Jurídico Humanitario denunció el año pasado que 303 reclusos han muerto bajo custodia del Estado salvadoreño, con la agravante de que el 94% de los detenidos no estaban perfilados como pandilleros.

Dedicado al estilismo y el maquillaje durante varios años (su resumen curricular incluye labores en certámenes de belleza como el Miss Venezuela), Hernández Romero emprendió un largo viaje a Estados Unidos a través del tapón del Darién. En un paso fronterizo cerca de San Diego, obtuvo una cita para solicitar asilo. Tras la entrevista de miedo creíble, las autoridades migratorias determinaron que las amenazas contra él eran suficientes para seguir adelante con su caso, y se le permitió la entrada al país; pero solo unos meses después, los tatuajes que el venezolano tenía en ambas muñecas (dos coronas con los nombres de sus padres) fueron evidencia suficiente para que el Servicio de Control de Inmigración y Aduana (ICE) lo acusara de ser un criminal.

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