Persona de confianza del Papa Francisco. Todo parece indicar cierta continuidad Eclesial con la personalización inevitable y necesaria del nuevo Papa. El nombre escogido, es ya un indicador.
León XIV ya que nos remite inevitablemente a un antecesor con el mismo nombre, León XIII.
Un Pastor de la Iglesia Universal de finales del siglo XIX de grata memoria, en particular con su Encíclica RERUM NOVARUM de las “Cosas Nuevas» que inaugura la tradición moderna y contemporánea de las llamadas Encíclicas Sociales, que todos sus sucesores en el Primado de Pedro han mantenido y que entroncan directamente con el Pensamiento Social de los Evangelios y los Padres de la Iglesia.
La mirada hacia los humildes y los más maltratados de todas las épocas de la historia y por todos los sistemas económicos, sociales y políticos conocidos. Su larga estadía y experiencia latinoamericana, en particular en Perú, donde nace formalmente la Teología de la Liberación con el Padre Gustavo Gutiérrez.
Su experiencia pastoral y misionera en nuestras tierras, no hay que olvidar que somos el subcontinente con las mayores desigualdades del mundo y su sólida formación sacerdotal y agustina, lo vincula de manera existencial, a la trayectoria eclesiástica del Papa Francisco, aunque este era jesuita.
Un primer Papa jesuita y ahora, creo, que es el primer Papa agustino. En ambos casos, de vida comunitaria en sus respectivas congregaciones y con un alto sentido Sinodal de la Iglesia, todo lo cual son indicadores que el Espíritu del Concilio Vaticano II ha germinado y crecido de manera fuerte y decisiva en el corazón de la Iglesia.
Los desafíos son muchos, en este, cada vez más complejo y complicado siglo 21, con sus amenazas de tipo apocalíptico, tanto en la geopolítica, como en la economía, la sociedad y la cultura.
León XIV se nos presenta peregrino y misionero, su tarea es inmensa, pero da la impresión que está preparado para ello, ya esto es un buen auspicio.