León XIV, por José Luis Méndez La Fuente

León XIV, por José Luis Méndez La Fuente

 

La Rerum Novarum es quizá la encíclica papal más importante de todos los tiempos, del catolicismo. Se publica a finales del siglo XIX como consecuencia de la Revolución Industrial  que alcanza su máxima expresión a mediados de ese siglo y representa la posición de  la Iglesia católica frente a las injusticias y mermas de la condición humana producto de los abusos, inequidades e injusticias del nuevo orden económico social que como consecuencia principal de la industrialización trajo una nueva clase social, la de los trabajadores en masa, de una nueva ideología crítica de la explotación del hombre por el hombre, vista por el marxismo naciente como una nueva forma de esclavismo, y de la transformación de la sociedad artesanal y agrícola conocida, germen embrionario de la sociedad contemporánea conformada básicamente por una clase baja, media y alta. Este cataclismo económico, ideológico, social y político, lo tienen que empezar a afrontar los Estados con una legislación inexistente para regular las relaciones entre empresa y trabajadores, un proceso que llevó tiempo y que aun continúa, políticas sociales que eran inimaginables unos años antes de la aparición de la máquina de vapor, y un nuevo tipo de discurso político menos conservador y mas sustancioso de cara al pueblo que ahora va a tener mas derechos y formas de reclamarlos con la aparición de los sindicatos y  de los partidos políticos modernos. Esta problemática que eclosiona y explota en pleno siglo XIX conocida como “cuestión social” y que en su mínima expresión se traduce en las condiciones de miseria y precariedad en que vive  la clase trabajadora y sus familias, también representa un reto para la Iglesia católica que si bien no dispone de los mecanismos para solucionar un proceso de cambio social que corresponde a las instituciones políticas y del Estado, si tiene la responsabilidad ética y espiritual de enfrentarlo con los únicos instrumentos que posee como  son la fe y los principios y valores del cristianismo, entre los que se encuentran: la igualdad del ser humano, el trabajo como una forma de perfección y de libertad, la propiedad comunitaria y la justicia social, entre otros. 





 Y si traemos a colación la Rerum Novarum o “De las cosas nuevas”, contentiva de lo que se conoce como Doctrina Social de la Iglesia, su respuesta frente al marxismo y los problemas de la época, es debido a que fue promulgada por el Papa León XIII en 1891, y por eso no deja de tener importancia y significación que el nuevo Papa elegido esta tarde en Roma por el Cónclave cardenalicio haya escogido, no por casualidad, el nombre de León XIV, con el cual no solo rememora y honra la memoria de su antecesor patronímico, sino que señala el rumbo que desea seguir. 

Aunque  estamos en el siglo XXI y el XIX se ve lejano, parte de los problemas de entonces aún persisten, y a ellos se deben sumar otros nuevos o transformados en nuevos a los cuales la Iglesia católica no ha dado respuesta, pero tiene mucho que decir.

El elegido para guiar a los seguidores de la fe católica y mantener la Iglesia en pie, el cardenal Robert Prevost, es un hombre de este siglo, un profesional, que ejerció su ministerio entre otros países, en el Perú, por dos décadas, de padre francés y madre de origen español, nacido en Chicago, con experiencia en los asuntos  del Vaticano y ,por lo tanto, un ciudadano estadounidense, que posee también nacionalidad peruana, representativo de la emigración europea y del multiculturalismo, conocedor de los problemas del mundo en que vivimos y una posición intermedia entre las posturas conservadoras de la ortodoxia católica y las mas liberales o de mente abierta entre las que se encontraba el fallecido Papa, Francisco.  

Se cree dentro del dogma de la Iglesia católica, que es el Espíritu Santo el que inspira y actúa con su sabiduría y presencia momentánea sobre los cardenales que conforman el cónclave al momento de elegir al Papa. Si eso es así, lo constataremos con el tiempo en el devenir de este papado que hoy se inicia con León XIV al frente, y a quien el mundo actual, lleno de infiernos y demonios, necesita que sea el Espíritu Santo, en verdad, quien lo ilumine.