
La Iglesia volvió a iniciar una nueva etapa con la elección del sucesor de Francisco: el estadounidense Robert Prevost fue elegido por el cónclave de 133 cardenales en la Capilla Sixtina. El nuevo representante de Dios en la Tierra para los católicos sorprendió al tomar el nombre de León XIV, que podría anticipar el perfil de su papado. Sin embargo, a quien más asombró fue a Bruno Moreno Ramos, el autor del libro Yo fui secretario de León XIV. Memorias de un futuro próximo, que cuenta la historia de un simple cura que es elegido papa con el mismo nombre.
Por: La Nación
Moreno Ramos, que también se desempeña como traductor, escribió distintos libros como Carmina Catholica, Romero a Roma, Los ruiseñores cantan al ponerse el sol, Ima Cordis, Epigramas para un mundo que se muere y Poemas en tierra extraña. Pero es la primera vez que le sucede algo así. Como si fuera una predicción, en su último libro publicado hace un año, narra cómo en un cónclave de cardenales a los que definió como “más bien mejorables” eligen a un simple cura como papa, con el nombre de León XIV. Aunque en la novela se trata de un cura español y no estadounidense, se lo describe como “un párroco rural que no sabe nada de la curia ni de gobernar, pero es lo que llamamos un buen cura”.
Un aspecto a destacar de esta novela, que podría llegar a convertirse en una crónica, es que el inicio de su papado transcurre en una época en la que hace falta un sumo pontífice excepcional. “Las soluciones deberían haberse puesto en práctica décadas antes y ya nadie le hace caso, el mundo está en su contra y no tiene dinero ni apenas colaboradores”, detalla la reseña del libro sobre el contexto en el que el protagonista se ve envuelto. Todo el relato transcurre bajo la mirada de un fraile portero franciscano, a quien el nuevo papa le pide que sea su secretario tras un encuentro casual. El autor describe a este personaje como “un hermano lego, sin estudios, hace lo que puede, metiendo a menudo la pata”. No obstante, resalta que tiene un gran amor por León XIV y desea defenderlo de las molestias, los desánimos y sus numerosos enemigos.
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