
Cada vez más investigaciones científicas apuntan a una misma conclusión: la longevidad no es solo una cuestión de suerte genética, sino una construcción diaria moldeada por nuestras decisiones cotidianas. Lejos de ser un destino inmutable, el envejecimiento comienza a percibirse como un proceso que puede ralentizarse, e incluso revertirse, con herramientas accesibles y avaladas por la ciencia.
“La ciencia ha demostrado que es posible revertir el envejecimiento, no sólo prolongar la vida”, asegura Eric Topol, cardiólogo, genetista y uno de los científicos más influyentes del mundo. Fundador del Scripps Research Translational Institute y autor del libro Super Agers, Topol advierte contra la creciente ola de pseudociencia en el campo del bienestar y propone un enfoque riguroso, basado en datos, para vivir más y mejor.