Sinner: Il Ritorno, por Luis Eloy Añez

Sinner: Il Ritorno, por Luis Eloy Añez

Durante meses, el silencio en torno a Jannik Sinner (23) fue ensordecedor. No por falta de voces, sino por el eco de un escándalo que nunca debió haber sido. El número uno del mundo, el chico de hielo con alma volcánica, se vio arrastrado al abismo de la sospecha: una suspensión por dopaje involuntario sacudió no solo su carrera, sino las bases morales del tenis moderno. 

Muchos no podían creerlo. Otros, con gusto morboso, sí. En un circuito hambriento de héroes -y también de su caída-, bastó una muestra contaminada para llenar páginas, incendiar redes y sembrar dudas. Sinner, que nunca levantó el puño más alto que el talento, ni gritó más fuerte que su juego limpio, se vio obligado a apartarse del tour. Tres meses fuera. Tres meses de silencio, de rabia contenida, de preguntas sin respuesta. ¿Cómo llegó ahí? ¿quién falló? ¿fue justo?





El Juicio Invisible

Sus defensores, entre ellos leyendas del deporte como Federer, Ferrer y el propio Rafael Nadal, no dudaron. “Si hay alguien que representa la integridad, es Jannik”, coincidieron. Toni Nadal, en entrevistas recientes, fue incluso más enfático: «Sinner representa los valores que el tenis necesita preservar.» Mientras tanto, otros miraban a las autoridades con recelo. ¿Por qué una sanción tan ambigua? ¿por qué tanto secretismo? ¿acaso la ATP protegía a su joya más brillante de un escándalo mayor?.

Las teorías conspirativas encontraron terreno fértil. Y sin embargo, la verdad parecía más simple y más dolorosa: un error humano, un suplemento contaminado, una mancha injusta sobre una carrera impecable.

El Cónclave

El destino quiso que el regreso de Sinner coincidiera exactamente con el inicio del Cónclave eclesiástico en Roma. Mientras los cardenales se preparan para decidir el futuro espiritual del Vaticano, otro cónclave, este tenístico, se reúne no con sotanas, sino con raquetas. Roma se convierte así en epicentro de dos juicios paralelos: uno celestial y otro terrenal.

En ese escenario simbólico, Jannik regresa como un gladiador moderno. Roma lo recibe con el calor de su gente y del publico italiano. Para él, ningún sitio mejor para volver. No obstante, vuelve en tierra batida, superficie exigente y emocionalmente cargada. Nunca ha pasado de cuartos de final en el Foro Itálico, y su cuadro inicial es una mezcla de trampas y oportunidades: Alejandro Davidovich (25) y Francisco Cerúndolo (26) aparecen como los primeros centuriones en su camino.

Camino de Espinas

El tenis es un deporte de sensaciones”, advierten los expertos. Y tras tres meses fuera, ese feeling será puesto a prueba desde el primer punto. El calendario no perdona. Y menos en Roma, donde los favoritos debutan el viernes o sábado y los errores se pagan con despedidas prematuras.

A comienzos de año, Jannik confesó que llegó a considerar seriamente el retiro. La presión, la frustración y el escarnio fueron demasiado. Pero aprovechó el tiempo fuera para reencontrarse con los suyos. «Mi familia me sostuvo. Me recordaron por qué empecé a jugar.» Fue ese núcleo íntimo el que lo convenció de seguir. No por ranking ni contratos, sino por amor al juego.

Hoy, pese al desgaste emocional, vuelve entero. Si logra pasar las primeras rondas, no son pocos los que lo ven alcanzando la final. La prensa especializada lo advierte: “Si llega a la cuarta ronda, cuidado con él.” Porque Sinner comenzó el año ganando cinco de siete torneos, y la forma física nunca fue el problema. La gran pregunta es mental: ¿podrá sacudirse la duda sin sacudirse él?

Lecciones de Vida

Il ritorno no es solo una reaparición deportiva. Es una declaración moral. El regreso de Sinner representa más que la lucha por mantener el primer puesto del ranking: es una batalla por el alma del tenis. Una oportunidad para recordarnos que los ídolos también tropiezan, que los sistemas deben ser más humanos, y que la ética no puede ser rehén de la burocracia ni del marketing.

El público lo espera. Algunos con fe, otros con sospecha. Pero Jannik no regresa a pedir perdón: regresa a demostrar que nunca debió haber sido culpable. Que la limpieza de un deportista no se mide en un informe, sino en la trayectoria, en la coherencia, en lo que inspira.

Camino a Roland Garros

Tras Roma –el último Master 1.000 previo a RG-, el polvo de ladrillo de París será el siguiente reto. Roland Garros aparece en el horizonte como un escenario de consagración o redención definitiva. Si Roma le devuelve el ritmo, París podría ser su testamento deportivo. Un título allí, y todo el relato cambiaría: de víctima a leyenda, de sospechoso a símbolo.

En un tiempo donde el talento a menudo eclipsa la ética, donde ganar parece valer más que el cómo, el caso Sinner nos recuerda una verdad esencial: el deporte es una extensión de la vida, y la vida sin integridad no vale el oro de ninguna medalla. Por eso, más allá de su revés cruzado o su saque demoledor, el verdadero regreso que necesitamos de Sinner es este: el de la ética en lo más alto del podio.

Mientras el mundo espera un “Habemus Papam”, esa coincidencia histórica nos regala otro cónclave, esta vez en arcilla: el Abierto de Roma, convertido en un coliseo vibrante de gladiadores y gladiadoras. Disfrutemos del espectáculo, del drama, del arte… y como dirían los italianos: «La vita è bella, soprattutto quando si gioca con il cuore.»

Luis Eloy Añez 

@luiseloy360